viernes, 5 de julio de 2013

Llegó el invierno…gritan los árboles

por Rulo Bregagnolo (*)


Cuando llega el otoño, vecinos de pueblos y ciudades, salen como desesperados munidos de machete, serrucho, hacha o cualquier otro elemento cortante, a despojar de ramas y hojas a los árboles que se encuentran en la vereda, en el patio o donde les quede a mano, hecho que genera reacciones diversas y en realidad a esta altura de la Vida, es una actitud que se debe revisar. Tal si fuera la liberación de una batalla contra el árbol que espera ver mudo y erguido, como cada una de las ramas le son despojadas. “Llega el invierno: hay que podar!!” parece ser la consigna.

Recorriendo pueblos de Misiones, observo con asombro la falta de respeto al arbolado urbano, comenzando por donde vivo, que sin dudas se ha hecho un gran trabajo de sensibilidad tiempo atrás, logrando que los vecinos lograran comprender que esos árboles pertenecen a todos, que hay una Ordenanza y la gestión municipal de turno debe cumplirla. Los vecinos siguen esperando con el paso de las gestiones y que de una vez se haga el trabajo que corresponde con los árboles que se encuentran en problemas…

Puerto Rico en su momento fue el bastión del cuidado del arbolado. Nos viajamos para ver y hacer fotos de los lapachos florecidos y también sus formas sin flores ni hojas. Hoy valen más las veredas que los emblemáticos lapachos, porque a alguien se le ocurre que los ligustrus son “más disciplinados” que algunos nativos…y los árboles no necesitan disciplina.

Ruiz de Montoya es para “copiar y pegar” en todos lados. Planificación, diseño, armonización, caminan los vecinos y andan los autos, todos bajo las sombras y en el invierno el municipio solo toca los árboles que estén en situación de riesgo, o los armoniza con algún pequeño y necesario corte. Como se debe hacer.



Hablar de “poda” no es “tarefear” o “peluquear” al árbol. Es hablar de armonización, raleos interiores, ventilación, iluminación, estudio del recorrido de las ramas, orientación, entorno del ejemplar. En fin, un trabajo del cual depende la prolongación de la vida útil del árbol. El que realice una poda tendrá en sus manos la decisión y responsabilidad de una vida.

La poda es una costumbre heredada. Muchos la realizan a especies arbóreas de alto porte como si fueran árboles frutales y es un grave error. Son diferentes los tipos de poda a aplicar en uno u otro caso, debido a que en el caso de los frutales, el objetivo es facilitar la cosecha. La Naturaleza, sabia como siempre permite que a cada especie le corresponda una forma determinada en el medio en que se encuentre.

Así por ejemplo, un timbó en el monte tendrá un fuste largo y copa mediana; no así estando solo, en espacios verdes, en los que tendrá fuste ancho y corto, y copa grande. Con esto, no se puede pretender que un lapacho negro tenga forma de pino elliotis, ni que este tenga la copa de un chivato después de una poda.

Generalmente la idea de podar va acompañada de mucha voluntad y poco conocimiento. No creo en el daño voluntario, se debe ser consciente que el árbol que da sombra y fresco en el verano, flores, fragancias y presencia de pájaros en primavera, va perdiendo la vida con cada poda. Carecen de sentido las conocidas podas "rasas" u "horizontales". No mejoran el crecimiento, al contrario, deterioran al árbol. Ya fue contado esto… Una vecina dijo: "¿Qué pasa con mi lapacho que ya tiene 15 años y todavía no florece?". La respuesta se la dió el árbol con los muñones de las podas pasadas.




"La mejor poda es aquella que no se realiza". El “problema” entre hombre y árbol se presenta cuando pasaron algunos años y el ejemplar está llegando a su plenitud; cuando por ser chiquito fue plantado cerca del cordón cuneta, de alguna cañería, debajo del tendido eléctrico, cuando se desconoce sus frutos "pegajosos" o la "mugre" de sus hojas. Por eso es necesario conocer las características del mismo antes de plantarlo. Hay árboles aptos para veredas y otros para paseos y jardines. Depende qué se pretenda con el arbolado, los espacios y las veredas debe resolverse la situación con la especie más adecuada, si es nativa mejor.
Una de las mayores pujas con el arbolado la llevan a cabo en casi todos los pueblos la gente que atiende las líneas de electricidad. Para hacer una limpieza rápida, generalmente utilizan el machete, enemigo número uno de todo árbol debido a los resultados que provoca astillando y roturando cada rama, permitiendo éste el fácil acceso de enfermedades, y por supuesto, la pérdida de estética del ejemplar. La solución estaría dada si este trabajo se dedicasen las Municipalidades con personal debidamente capacitado.

Habitualmente se toma como época de poda los meses de invierno, debido a que la planta está en reposo. Se consideran "clave" los meses que no tienen la letra "r": mayo, junio, julio y agosto, aconsejándose los dos últimos.

Además, respetando experiencias antiguas, hay que tener en cuenta el ciclo de la luna, o sea, efectuar la poda en la luna adecuada (todas menos luna nueva) y considerar posibles heladas.



Las podas deben ser efectuadas solamente en los casos en que el ejemplar tenga ramas retorcidas por alguna consecuencia: enfermedad, golpes, perturbación al paso de peatones o al de vehículos, no porque llegó el invierno.

Debemos tener en cuenta que cada árbol, cada hoja es una fábrica de oxígeno; que significa el refugio de animales; que el precio de nuestro terreno se incrementa cuanto mejor sea el arbolado. "Todo árbol es el resultado de un armonioso equilibrio que debe ser valorado, respetado y amado" fue el telón de fondo que ocupó el Grupo Ecologista Cuña Pirú de Aristóbulo del Valle, para dar marco a varios cursos de poda que fueron dictados tiempo atrás para capacitar a personal municipal.

La intención es poder mejorar el arbolado con el debido conocimiento, para una correcta aplicación a la hora de definir el destino de ese "armonioso equilibrio".

En varias ciudades existen ordenanzas sobre el arbolado urbano.

Por todo esto, es importante que cuando vayamos a plantar un árbol, tengamos en cuenta si existe en nuestro municipio alguna ordenanza o reglamentación acerca del arbolado, además de la función que pretendemos que tenga el mismo, alto, tamaño de copa, época de florescencia, tipos de hojas, raíces, ancho del fuste, ubicación respecto del tendido eléctrico o telefónico, distancia de cañerías, etc.

Entonces cuando llegue el próximo invierno, sólo nos preocuparemos para que el nuevo amigo no la pase mal.





(*) Rulo Bregagnolo, del Grupo Ecologista Cuña Pirú.
rbregagnolo@hotmail.com                       www.grupoecologistacp.blogspot.com.ar
Aristóbulo del Valle – Misiones – Argentina-