sábado, 4 de junio de 2016

La frontera colador (de mariscos): la estrategia pirata para pescar ilegalmente en Argentina

Prefectura lleva secuestrados, en los últimos 12 años, 69 poteros que fueron interceptados en plena cosecha. Cómo actúan y cómo los capturan.

 

A fines de marzo, la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de la Organización de las Naciones Unidas, falló a favor de la Argentina. Se trataba de una presentación que había realizado el país en el 2009 para extender sus límites en el Atlántico Sur, y dicha aprobación implicó un incremento del 35% del territorio marítimo.
"Más allá del conflicto (con Gran Bretaña, por la ocupación ilegal de las Islas Malvinas) esto define nuestra soberanía sobre la plataforma y sobre todos los recursos que la plataforma tiene, cuestión que tiene una implicancia en lo económico muy importante", celebró en su momento la canciller Susana Malcorra. Pero "el conflicto", dispuesto a resolverse vía pacífica y diplomática por todos nuestros gobiernos electos desde el retorno de la democracia, impidió que Argentina pudiera agrandarse como, en definitiva, le correspondía.
Esta ampliación, entre otras cuestiones a la que se suman la policial y la política, sería una de las grandes soluciones al problema de la pesca ilegal y la piratería en el territorio marítimo de explotación económica exclusivo de la Argentina.
Para evitar confusiones, en esta pieza, cuando hablemos de piratas nos referiremos sólo a quienes ingresan a nuestras aguas para tomar nuestros recursos e irse a venderlos a su país. No nos ocuparemos -de momento- de quienes se asentaron de manera colonialista sobre islas que se encuentran dentro de los límites de nuestra nación. En ese sentido, ¿por qué la extensión de la plataforma marítima sería una solución al problema de la pesca ilegal y no un proporcional aumento?
A poco menos de 200 millas del Golfo San Jorge, en la provincia de Chubut, se encuentra una suerte de arca de oro de recursos naturales inmensamente rica en calamares y peces. Se encuentra prácticamente al límite de lo que es, al momento, nuestra ZEEA (por Zona Económica Exclusiva Argentina).
El “diamante” de este arca marítimo es el illex, un calamar que sólo se consigue en nuestras aguas y que tiene una enorme demanda en el mercado del sudeste asiático. Es por eso que son miles los barcos pesqueros, provenientes mayoritariamente de la República de China, que se acercan a nuestra plataforma a robárselo.
Su estrategia es sencilla. Si uno observa las fotografías satelitales nocturnas que tomó la NASA en los últimos años, se encuentra con que frente a la provincia de Chubut y exactamente a la distancia permitida (es decir, sobre aguas internacionales) hay una masa luminosa del tamaño de la Ciudad de Buenos Aires en plena pesca.
La estrategia de la mayoría de piratas consiste en apagar su geolocalizador, cruzar el límite legal y extraer la mayor cantidad de illex posible. Es importante que sepan que apagar el aparato que indica a las autoridades la posición de un buque ya consiste, para la seguridad nacional, una presunción de delito en proceso. A partir del momento que esto sucede, comienza a actuar Prefectura. Un guardacostas tiene que partir hacia la zona, y si se corrobora que se estaba explotando una zona exclusiva, secuestrar el barco pirata en cuestión.
Lo gracioso, si es que aplica el adjetivo que tranquilamente podría ser reemplazado por indignante, es que la distancia es tan corta que si el potero es avisado que hay “moros en la costa…" se va del otro lado del límite y punto. En aguas internacionales no hay nada que se pueda hacer. Por eso, lo que deben hacer es pegar la vuelta por atrás y agarrarlos desprevenidos in fraganti. Sólo así se puede iniciar el proceso.
Muchos deben preguntarse a esta altura, cómo puede la ampliación del territorio marítimo no representar una potenciación de la problemática. La respuesta es fácil: nuestra zona ecónomica exclusiva sería mucho más amplia, por lo que ese arca de recursos naturales quedaría ya no pegada a la virtual cerca de las 200 millas sino mucho más lejos. De esta manera, ese salir y volver entrar sería mucho más complejo porque la frontera estaría a una distancia mucho mayor.
Pero esa solución es la más compleja porque implicaría llegar a un acuerdo con Gran Bretaña para que nos devuelvan las Islas Malvinas, una buena noticia que no parece estar demasiado a la vista.
La otra es la política. Milko Schvartzman, especialista en fauna marítima y pesca legal (que además supo ser asesor de Interpol en distintas causas), denuncia que los buques pesqueros que explotan ilegalmente nuestros recursos reciben “subsidios de petróleo del gobierno chino y la disponibilidad para descarga y abastecimiento de Uruguay”. Milko agrega que este año, un buque chino fue perseguido durante 4 días a lo largo del Mar Argentino hasta que se fue de la jurisdicción argentina. A continuación, Milko denuncia que ese mismo buque amarró en Punta del Este y es “un caso entre montones”.
Prefectura lleva secuestrados, en los últimos 12 años, 69 poteros que fueron interceptados en plena cosecha ilegal. El número es, para el que desconozca, tan alto como alentador. Es un fuerte indicador de que las fuerzas encargadas de la seguridad de nuestras aguas (pese a la falta de recursos que en off dicen tener) están actuando con un rendimiento, al menos, ponderable. Pero no es suficiente.
“Lo que hace falta es actuar diplomáticamente, con el gobierno chino y el uruguayo, y sentarse a hablar para terminar con las facilidades que les son concedidas a estas ciudades flotantes de esclavos que provocan desastres ecológicos y económicos en nuestro país para luego vender lo robado como si fuera de proveniencia lícita”, sentencia Schavartzman dejando muy poco margen de discusión.

HAY CADA VEZ MÁS BARCOS CHINOS EN EL MAR ARGENTINO

 https://www.youtube.com/watch?v=Bq6m1NZtJ5s


Fuente: http://tn.com.ar/