El día que la ley de glaciares fue sancionada, llevaba tras de sí casi dos años de disputas y acusaciones que alcanzaron su punto más alto en el año 2008 cuando la Presidente vetó el proyecto.
Las sospechas de una supuesta relación “off shore” entre el gobierno nacional y la poderosa minera canadiense Barrick Gold fueron utilizadas como ariete por la oposición para denunciar una supuesta connivencia entre ambas partes. Claro está que el gobierno ofreció algunas pistas –consciente o no- que conducían a pensar que los críticos estaban en lo cierto, como por ejemplo la abrupta salida de Romina Picolotti de la Secretaría de Medio Ambiente, la suscripción de acuerdos tributarios con esa empresa y hasta la reunión de Cristina Kirchner con el CEO de la empresa.
El gobierno esgrimió el argumento de que no “puede limitarse a la absoluta prohibición de actividades” al tiempo que consideraba “excesivo prohibir la actividad de minería o perforación petrolera en los glaciares y en las áreas que bordean los glaciares”. Se utilizó entonces como argumento político que los gobernadores de la región veían con preocupación la sanción de una norma que conspiraba contra las inversiones y la creación de puestos de trabajo en la región, ya que el proyecto vetado prohibía el desarrollo de estas industrias en las zonas periféricas a los glaciares. Para más confusión, la Presidente se había reunido días del veto con los ejecutivos de la compañía, lo que repitió tras el mismo; algo que hizo recordar a los opositores la vigencia de la frase: “no sólo hay que ser honesta sino también parecerlo”.
El Congreso manifestado en su sector opositor trató de dirimir la cuestión en el recinto, pero la presión de la Casa Rosada sobre una bancada con mayoría kirchnerista hizo fracasar la movida. Una semana más tarde, era la propia Cristina quien solicitaba mediante la Secretaría de Medio Ambiente un “proyecto de protección de glaciares que sea “superador” respecto de la norma vetada.
La actitud presidencial resintió relaciones puertas adentro, primero con el diputado Miguel Bonasso y más tarde con el titular de la Comisión de Recursos Naturales, mientras algunos legisladores apuntaban contra los gobernadores que supuestamente habían apoyado la posición presidencial. Por si fuera poco, el propio kirchnerista Bonasso no dudó en acusar al propio Secretario de Minería de tener “intereses en algunas empresas mineras”.
Más tarde, unos gramos de condimento le agregaría la renuncia de un técnico del Ministerio de Economía al negarse a convalidar un acuerdo por un emprendimiento binacional con Chile (Pascua-Lama) de la minera cuestionada, lo que impactó en la figura de los Gioja con la Barrik, acusación que deslindaron defendiendo “los beneficios para la provincia de San Juan con empleos e inversiones”. Días antes del recambio el Senado aprobaría un nuevo proyecto de protección de los glaciares originado en el Ejecutivo. Con la nueva composición legislativa, la oposición volvió al ataque imponiendo su mayoría en Diputados y emitió un dictamen favorable sobre el proyecto de glaciares que había sido vetado por Cristina Kirchner.
Durante la última visita presidencial a Canadá, en un criticado almuerzo con Munk, la Presidente fue elogiada por el CEO por “mantener las reglas de juego” para los capitales mineros. Como devolución de gentilezas, Cristina devolvió la frase: Las reglas no cambiarán y eso es muy importante para una inversión de largo plazo”. Estos plácemes verbales dieron origen a un pedido de la oposición a la Justicia para que investigue un supuesto acuerdo secreto del Gobierno con Barrick para el desarrollo de Pascua Lama y vincularon ese acuerdo con el veto presidencial.
Pero finalmente, luego de tanto dime y direte, Bonasso y el kirchnerista Daniel Filmus arribaron a un acuerdo para unificar los proyectos y acelerar la sanción de la ley que todavía debía esperar la firma de la Presidente para que rija la norma de preservación de los glaciares.
“Un acuerdo histórico”
Miguel Bonasso, del Diálogo por Buenos Aires, aseguró que cuando se logró un acuerdo sobre la Ley de Protección de Glaciares, fue "un acuerdo de carácter histórico".
Por otro lado, el diputado planteó que el dictamen elegido es la mejor opción. "El texto al cual llegamos protege aún más a los glaciares que el anterior", señaló desde el Salón de los Pasos Perdidos.
Estos acuerdos se consiguieron cuando Bonasso aceptó incorporar algunos cambios propuestos por el kirchnerismo.
Fuente: http://www.elintransigente.com , nota del día Miércoles, 14/07/2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario