“Podrán los poderosos de la Tierra cortar una a una todas las margaritas, pero no podrán detener la llegada de la primavera...”. Mensaje claro, contundente, esperanzador y por sobre todo una invitación a mujeres y hombres a no bajar los brazos antes las causas que los mueven y los permite sentirse estar vivos…
El avasallamiento de los derechos de cada uno de los habitantes a tener un ambiente sano, a la educación, a una vivienda digna, al trabajo, por parte de muchos de los que tienen el poder, o algo de poder en sus manos, lamentablemente ya no es noticia.
Francisco “Chico” Méndes, impregnaba en su mensaje esa gota de savia que impulsó al mundo entero a resistir sobre el progreso mal entendido, exigiendo a sus representantes un mejor trato a los bienes y a la Vida en todas sus manifestaciones.
Ya está escrito que la humanidad en estos últimos cien años ha destruido y consumido más recursos que toda la humanidad desde sus principios. Desde hace bastante se insiste en que llegó el momento de cambiar de actitud y comenzar a manejarnos como sociedad con los principios ecologistas, cuyo pilar principal es la solidaridad.
Con esa base transcurrió la vida de “Chico” Méndes, rodeado también de un ambiente donde predominaba el analfabetismo, el aislamiento, además de carencias de todo tipo y la sobreexplotación. Hijo del matrimonio de Francisco Méndes e Iraci López Filho, cuya actividad principal era el trabajo en la elaboración de caucho de las heveas, árbol del que se extrae la savia con que se fabrica el caucho nativo. Ambos habían huido de la extrema pobreza que había en el Estado de Ceará, al noroeste de Brasil, y se instalaron en el Estado de Acre, en medio de la Amazonia occidental.
Debido a la caída de la demanda de caucho creada por la Segunda Guerra Mundial, la situación en Amazonia empeoró. Una ves más los norteamericanos abandonaron muelles y aeropuertos, obligando a los seringueiros (caucheros), a malvender el caucho a mercaderes ambulantes.
*A los 14 años aprendió a leer y a escribir, valiéndose de revistas y diarios viejos. En 1970, el presidente brasileño Medici decide construir una carretera Transamazónica de 5000 km para ofrecer “una tierra sin hombres a hombres sin tierra...”. Estaba equivocado, debido a que la tierra no era fértil ni estaba vacía: ya vivían los indígenas, los ribeirinhos, los seringueiros, gente que vivía de la selva y la cuidaba.
*A los 14 años aprendió a leer y a escribir, valiéndose de revistas y diarios viejos. En 1970, el presidente brasileño Medici decide construir una carretera Transamazónica de 5000 km para ofrecer “una tierra sin hombres a hombres sin tierra...”. Estaba equivocado, debido a que la tierra no era fértil ni estaba vacía: ya vivían los indígenas, los ribeirinhos, los seringueiros, gente que vivía de la selva y la cuidaba.
Esta carretera impactó sobre 96 tribus (los Nambiqwara se redujeron de 20000 a 650 después del trazado de la BR-364). Según un misionero de Río Branco, el Padre Turrini, de cada 1000 niños nacidos en el estado de Acre, 838 morían antes del año de vida.
La deforestación masiva alentada por terratenientes y buscadores de oro (garimpeiros), hizo que los bosques milenarios fueran reemplazados por haciendas de dudosa rentabilidad y duración. Todo en estas era cebú importado de India que iba a parar a las hamburguesas de Mac Donald´s; mientras, los indígenas adelgazaban y veían la extinción de sus tribus, los seringueiros emigraron para hacinarse en los ghettos de las favelas, desarraigados y sin trabajo.
En esa época se fraguaron, adulteraron y otorgaron títulos de propiedad sin importar que el territorio fuera indígena o habitado por familias de seringueiros hacía décadas.
“No firméis nada!”, decía Chico a los seringueiros. “Esta tierra es vuestra. Cuando la transformáis en dinero, perdéis la posibilidad de sobrevivir. La tierra es la vida!”. Pero los que no firmaban eran amenazados, desalojados por la fuerza y muchas veces muertos por los matones contratados por los hacendados.
Se formó el primer Sindicato de Seringueiros en 1975. Entre sus líderes estaban Maia, Wilson Pinheiro y Chico Méndes. Pinheiro fue muerto por asesinos a sueldo en julio de 1980. A fines de los ´70 el precio del oro se disparó y la “fiebre del oro” se abatió sobre la Amazonia.
En marzo de 1980 había 5000 personas trabajando en los garimpos (yacimientos de oro). En el 83, eran 100.000 viviendo en condiciones infrahumanas. Parte del oro se refina con mercurio, y por cada tonelada de oro se impregna al ecosistema con una tonelada de mercurio. Así, peces e indígenas con excesos del letal mercurio en sus organismos...
Comenzaron las movilizaciones de los seringueiros y pequeños productores que entendían que perderían su trabajo y modo de vida si no defendían la selva. Chico comenzó a accionar desde el sindicato, denunciando las talas ilegales, expulsiones violentas y arrestos arbitrarios
A principios de los ´80 el gobierno de facto impulsó en Brasil el proyecto del Polonoroeste destinado a “poner en producción” 25 millones de hectáreas sobre la frontera con Bolivia. Alargaron 1200 Km la BR-364. Desoyendo a sus propios expertos ambientales, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fueron los financiadores del desastre una vez más. Los pronósticos fueron claros: después de la BR-364: aniquilamiento de los indígenas, devastación de la selva, extinción de especies, erosión de suelos, desastre social y económico. Luego se construyó la Hidroeléctrica de Tucuruí, sobre el Tocantins, afluente del Amazonas, considerada hoy un desastre ambiental, social y sanitario. Después la represa de Balbina, otro desastre. Esto promovió proyectos de legislación ambiental en los Estados Unidos.
En 1983, Chico se casó con Ilzamar Moacyr. Recién en 1985, el Gobierno de Brasil cumplió con la demarcación de un territorio para los indígenas, surgiendo de las reuniones de seringueiros la idea de “reservas extractivas”, áreas donde se aprovecharía no solo el caucho nativo sino también la recolección de frutos y medicinas silvestres.
En 1987, alentado por ecologistas y la reconocida Antropóloga Mary Allegretti, viajó a Estados Unidos. Habló con directivos del BM y del BID, y explicó la idea de “reservas extractivas” presentando también las críticas a las carreteras transamazónicas. El éxito se notó en las reacciones adversas de los terratenientes del Brasil.
En junio de 1987, Chico recibió el Premio Global 500 de las Naciones Unidas, lo que lo catapultó al interés internacional, aunque el Gobierno del Brasil y la prensa local lo ignoraron. Poco después recibió el premio Better World Society. En noviembre de ese año, Chico habló en la Asamblea Legislativa de Acre, iniciándose la resistencia frente a los intentos de tala y colonización agrícola en el seringal Cachoeira. Impulsó la expropiación para convertirla en reserva extractiva.
En junio del 88, recibió el primer reconocimiento público en su propio país, cuando el Ayuntamiento de Río le entrega las llaves de la ciudad. Mientras, la violencia de los terratenientes de Acre crecía. Otro líder seringueiro fue asesinado, lo que obligó que el gobierno federal decrete que los seringales de Cachoeira, Sâo Luis do Remanso y dos más se convirtieran en las primeras reservas extractivas del Brasil.
El 6 de diciembre de 1988, en San Pablo, Chico participó en un seminario sobre Amazonia. Allí pronunció el célebre discurso que termina diciendo. “No quiero flores en mi tumba porque sé que irán a arrancarlas a la selva. Sólo quiero que mi muerte sirva para acabar con la impunidad de los matones que cuentan con la protección de la policía de Acre y que desde 1975 han matado en la zona rural a más de 50 personas como yo, líderes seringueiros empeñados en salvar la selva amazónica y en demostrar que el progreso sin destrucción es posible”.
A los 16 días de aquel histórico discurso, el 22 de diciembre de ese año, en su casa de Xapurí, Chico recibe en el pecho el impacto de un disparo hecho a corta distancia, desde la oscuridad cobarde.
Los poderosos mataron al Hombre humilde, defensor de los bienes naturales, de los derechos de los demás expresados en la solidaridad y el respeto a la Vida, que nada más defendió su fuente de trabajo, la selva que lo vio nacer, crecer y morir...
Podemos deshojar algunas margaritas, pero no vamos a permitir que nos las quieran cortar, porque las siguientes primaveras serán diferentes...
*Rulo Bregagnolo
*Miembro del Grupo Ecologista Cuña Pirú.
Aristóbulo del Valle – Misiones.
rbregagnolo@hotmail.com – 03755 470065
Te leo siempre Rulo, casualmente hace unos días vi en televisión un programa dedicado a Chico Mendes.
ResponderEliminarDesgraciadamente el amor por la naturaleza es incompatible con el progreso; estamos muy lejos de coexistir pacíficamente con los demás seres vivos.
Asfalto mas asfalto mas asfalto...chau verde...y lo vivimos acá cerquita nomás.
te mando un abrazo y gracias por agregar a Aves del nea en tu lista de blogs verdes!!!
Casi coincidimos en el festival del río en Puerto Rico, lastimosamente nos volvimos a Posadas sin sacar la expo de fotos que llevamos para mostrar.